"Que mi vida tenga sentido y vivir conectada con mi
corazón era lo que siempre había deseado, pero no podía lograrlo", cuenta
Alejandra antes de resumir cómo llegó a desprenderse de todo para poder
descubrir su amor por el Yoga y conectarse con ella misma.
Su primera vida
Al terminar la escuela secundaria en La Carlota, Alejandra
se instaló en la capital de Córdoba para estudiar la carrera de Contador. Tenía
facilidad con los números y si bien varias veces dudó cambiarse a Inglés o
Psicología, obtuvo su título universitario en tiempo y forma.
En ese momento comenzó su vida laboral. Primero, consiguió
una pasantía en una empresa y luego de algunos cambios entró en una de las
multinacionales más grandes del país. Para ocupar esa posición debió mudarse a un
pueblito del interior de Córdoba, lejos de sus afectos pero con un horizonte
profesional prometedor.
A los dos meses de aceptar el trabajo se enfermó de
Hepatitis y tuvo que estar tres meses en cama. "Mi cuerpo se manifestaba
para que yo hiciera caso a algo que no estaba pudiendo ver: conectarme con mi
corazón y hacer aquello que me permitiera tener una vida plena",
reflexiona Alejandra. Pero luego de la licencia se reincorporó como si nada
hubiera pasado y permaneció tres años más en esa compañía para después pasar a
otra y otra más. No había tiempo de hacer pausas si uno quería ascender.
Además, el piloto automático era el camino más fácil.
Finalmente, en un nuevo puesto y con 25 personas a cargo,
una diferencia con su jefe la llevó a tomar la decisión de renunciar de un día
para el otro.
Los últimos años, en búsqueda de la conexión introspectiva
que tanto buscaba, había empezado a practicar Yoga, a hacer un trabajo de
sanación y hasta había iniciado el Instructorado de Yoga
Su renacer
Habiendo renunciado a su trabajo decidió perseguir un sueño
que hace años le daba vueltas en la cabeza: conocer India.
"Sin planes, estaba cumpliendo un sueño guiada
simplemente con mi corazón. India te enseña en cada rinconcito y a cada
segundo, es verdaderamente grandioso. Luego de visitar New Delhi, Agra, Jaipur
y Puskar, pisé el lugar más esperado: Rishikesh, capital mundial del
yoga", cuenta Alejandra.
Sin embargo, no fue tan sencillo cortar con el piloto
automático y le costó bastante desprenderse del vertiginoso ritmo del mundo
occidental.
Conocer India no sólo le regaló bienestar, sino que allí conoció a su mejor maestro, su gran amor: Paulo, un yogi con más de 30 años de práctica y estudio, que viaja cada año a la India para seguir formándose y aprendiendo. La primera vez que la vio le preguntó a dónde quería llegar corriendo de un lugar a otro. Esa pregunta fue la bisagra que la llevó a conectarse, bajar el ritmo para empezar a disfrutar, sin preocuparse por el futuro "ya que lo único que existe es el momento presente y de la única empresa de la que me tenía que ocupar era de mi misma".
En Paulo vio y sintió todo lo que, de a poco, le venía
enseñando el Yoga. Era un hombre coherente en su sentir, actuar y decir.
Después de un mes de introspección regreso a su Córdoba natal, pero
transformada. Dispuesta a empezar de cero, dedicada a la práctica diaria de
Yoga, a vivir el presente.
El presente y nada más
A fines del año pasado Alejandra renunció a su trabajo,
vendió sus cosas, alquiló su departamento y se fue con su pareja a la India e
Indonesia a estudiar Yoga y Ayurveda. Como Paulo es carioca, al regresar de ese
viaje ambos se instalaron en Río de Janeiro.
Hoy Alejandra reparte sus días entre las clases particulares
que dicta de yoga y su práctica individual de esa disciplina. Se siente más
conectada consigo misma y vive rodeada de naturaleza. Luego de pasar por esta
experiencia y este cambio de vida dice que "hay que saber escucharnos,
soltar y dejar ir, para que aparezca lo que resuena con nuestro corazón".
Fuente: lanacion.com
Por: Deborah Maniowicz
Colega..Namaste. Mi historia es muy parecida a la tuya. También largue la profesión y hace 4 años que soy Instructor de Yoga dando clases en Colón, Entre Ríos con mi pareja.
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ResponderEliminarNo tengo idea de cómo hace, yo la mente de contadora no me la voy a sacar nunca, cada clase de gimnasia cuento cuántas personas asisten......
ResponderEliminarJajajaja...me encanta Graciela y me da risa, porque es así, de las dos maneras. Habrá que ver aala larga qué resulta bueno. Yo coincido con vos, el disfrute dela vida está en todo: está en uno.
EliminarMe olvié.....Feliz Día Colegas (02-06, día del contador)
ResponderEliminarahi va ..también me olvidé de la "d".
ResponderEliminarJaja! Tal cual Graciela! Yo disfruto hacer ejercicio pero voy al gym y cuento cuánta gente, la cuota, miro los costos de loa profesores, mantenimiento etc y pienso cuán rentable es!
ResponderEliminaryo quisiera hacer eso, pero tengo a cargo 2 hijos y una sobrina que tengo que sacar adelante y con puras clases de yoga no creo que logrue salir adelante, aun sigo en oficina, solo por la paga. y doy clases una hora por la tarde.
ResponderEliminarexcelente decision... el cuerpo reacciona a lo que "no le gusta y no se siente cómodo " escuchate y reconocete!! aplausos Alejandra!
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